Nuestro paseo consistió en ver esas diferencias. Partiendo de surco pudimos observar que habían mas carros que personas circulando por las calles, que las calles en general estaban muy bien cuidadas, las paredes pintadas, mucha vegetación tanto en las bermas como fuera de las casas, se observaba también que era un zona residencial pero con centros comerciales bien equipados y que se habían preocupado por hacerlos lo más modernos y confortables posible. Se veían calles anchas y con espacio suficiente para aparcarse en casi cualquier lugar, todas las casas tenían un espacio respectivo para poder aparcar un carro sin dificultad. Por otro lado las calles tenían aceras para que la gente circule con seguridad y las calles estaban bien señalizadas. Las pocas personas que pudimos ver en el camino eran personas que parecían de una clase acomodada, y esto se podía percibir por cómo estaban vestidos o arreglados en general.
Cuando llegamos a nuestro destino, en el Rímac, a menos de una hora de camino, observamos que las calles eran de doble sentido pero solo había un carril, que habían banquitas para sentarse al pie de la calle, que no habían muchas aceras para circular, había muy poco verde y todo estaba sucio en general. En cuanto a las edificaciones se veían bastante descuidadas y vetustas o en proceso de construcción pero sin mucha intención de ser terminados. También observamos que la mayoría de casas tenían rejas y, si estaban pintadas, ostentaban colores llamativos, a diferencia de surco en que los colores eran más cálidos.
La primera cosa que me llamó la atención fue que en ambos distritos la seguridad es un tema común. En Surco los muros y personal de seguridad eran la norma, mientras que en el Rimac las rejas estaban por doquier.
Si bien es cierto que en Surco las edificaciones estaban mejor cuidadas y, en muchos casos, se veía un esfuerzo por lograr una buena estética, en Rímac lo estético es largamente superado por lo práctico, fundamentalmente por razones económicas. En ambos casos se nota que hay poca planificación y armonía. En general, en ambos distritos hay una especie de libertinaje arquitectónico. Es raro ver una unidad o armonía de estilos. La falta de vegetación es muy notoria en el Rímac, mientras que en Surco se ve muchos parques bien cuidados y toques de vegetación en todos lados. Quizá en Surco se ve un poco más de orden en cuanto a la altura de los edificios, que tiende a ser más uniforme en las calles. En Rímac casi no se ve edificios y las construcciones son un poco caóticas.
En líneas generales siento que en Lima, a diferencia de otras ciudades que he conocido, hay muy poca estandarización de estilos arquitectónicos y urbanismo, independientemente de la capacidad económica de los habitantes de cada zona de la misma.
Macarena
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